Lanzarote es la más oriental de las islas del archipiélago canario, a unos 100 km costas africanas y el desierto del Sahara, cuya influencia marca la benignidad del clima; una primavera eterna de unos 24ºC de media anual y sin apenas precipitaciones.
El paisaje de Lanzarote está marcado por la actividad volcánica de su pasado. Las erupciones registradas en el siglo XVIII las más largas de la historia moderna de Canarias son las responsables de una gran parte de la belleza que hoy podemos disfrutar y que se concentran en el Parque Nacional del Timanfaya.
En esta isla nació el artista César Manrique, ecologista pionero a quien debemos en gran medida el aspecto que hoy tiene la isla, con sus construcciones bajas y sus paisajes diáfanos, fruto del modelo de desarrollo sostenible que hizo famoso a Lanzarote. Manrique también realizó una serie de intervenciones en el paisaje, con obras que hoy son los principales puntos de interés de la isla.
Por ejemplo, los Jameos del Agua, una obra que representa el viaje hacia el interior de la Tierra y que incluye una piscina y un lago natural por filtraciones; el Jardín de Cactus, con miles de cactus de cientos de especies diferentes y que ha recibido numerosos premios internacionales.
En la costa, las playas de gran belleza se suceden, con arenas doras, blancas y también negras, y tanto aquí como en el interior, en sus pueblos te sorprenderá que prácticamente todas las casas son de color blanco. Algunos nombres que debes recordar son la villa de Teguise, con su arquitectura colonial; Haría, capital del Valle de las Mil Palmeras; o La Geria, donde se producen los vinos de la isla. El Charco de los Clicos, en la costa de Timanfaya, también te sorprenderá con sus aguas de un verde intenso.
Lanzarote es una isla que llama la atención por su paisajes volcánicos, fruto de las erupciones que tuvieron lugar entre 1730 y 1736, y de nuevo en 1824 y que crearon el impresionante Parque Nacional de Timanfaya. Tras la lava, la vegetación siempre vuelve a hacerse paso y, por eso, en la paleta de colores de la isla también está presente el verde, junto a los tonos negros y ocres de la lava y el blanco radiante de las casas. Por eso, el negro y el verde son los dos colores que más abundan en esta isla, junto al blanco de sus casas. Si no quieres perderte los imprescindibles, ¡esto es lo que tienes que ver en Lanzarote!
Parada imprescindible en Lanzarote, allí podrás conocer la historia reciente de la isla y admirar el resultado de las últimas erupciones, que sepultaron a más de una decena de pueblos. La zona tiene el máximo rango de protección del territorio, permitiendo que los grandes campos de lava, los cráteres e islotes se mantengan prácticamente inalterados, un auténtico espectáculo de la naturaleza. La forma de visitarlos es con el autobús que recorre la Ruta de los Volcanes, un viaje de 14 kilómetros al corazón del parque diseñado para alterar lo menos posible sus frágiles ecosistemas.
Obra maestra de César Manrique, es el mejor ejemplo de como en Lanzarte arte y naturaleza se encuentra y dialoga. En Los Jameos del Agua, como si de un viaje al centro de la Tierra se trataste, nos adentramos en el interior de un tubo volcánico creado hace varios cientos de miles de años, a raíz de las erupciones del Volcán de la Corona. Aquí podemos admirar su laguna natural, formada por la filtración del agua del océano y donde viven los jameítos, una especie de cangrejo albino única en el mundo. También podrás disfrutar de su terrazas y espectaculares jardines, visitar el auditorio natural excavado en la roca y aprender más sobre Lanzarote en su Casa de los Volcanes.
También parte del túnel volcánico provocado por el Volcán de la Corona, la Cueva de los Verdes, en Haría, es un conjunto de galerías subterráneas superpuestas y conectadas entre sí. En algunas paredes se observa aún la marca del paso de la lava. El recorrido atraviesa espacios misteriosos y de gran belleza, como la Garganta de la Muerte, la Puerta Mora o la Sala de las Estetas.
También creado por César Manrique, este mirador está situado en lo más alto del Risco de Famara, desde donde se obtienen excelentes panorámicas del archipiélago Chinijo. Por su cuidado para no alterar el paisaje natural, la existencia de este mirador pasa desapercibida desde fuera. Sin embargo, en su interior hay un pasillo, una sala central con cafetería y un enorme ventanal que hace de mirador. Desde allí podrás ver a La Graciosa y a los islotes que hay junto a ella.
La naturaleza vuelve a ser caprichosa en este lugar al suroeste de la isla, junto a Timanfaya. La lava que alcanzó costa se solidificó con rapidez, y luego comenzó a ser erosionada, formando caprichosas formas. Cuando el mar está agitado, embiste contra la pared de lava y el agua rebota; quedando suspendida en el aire como en una nube, por lo que da la sensación de que está hirviendo.
A lo largo de los más de 200 kilómetros de costa de Lanzarote se suceden las playas, cada una con su personalidad. La más popular son la de Papagayo, que forma parte del Monumento Natural de los Ajaches y que tiene un coste de tres euros por ser una zona protegida. Otras recomendables son Playa Grande en Puerto del Carmen, Las Cucharas en Costa Teguise o Placa Dorada y Flamingos, en Playa Blanca.
La gastronomía de la isla de Lanzarote está marcada por la tradición agrícola y pesquera, una cocina que sabe a mar y campo de sabrosos platos cocinados con mimo y buen producto fresco. Si quieres sorprender a tu paladar, ¡no dejes de probar los platos típicos de Lanzarote!
Si ya has visitado con anterioridad otras islas del archipiélago canario, no te sorprenderá este plato, pues está presente en cada una de ellas, así como en prácticamente todos los restaurantes de Lanzarote. Reciben este nombre porque tras la cocción lenta con agua muy salada, su piel se termina arrugando. Se sirven acompañas de mojo, las salsas más típicas de Canarias; uno verde, con cilantro, y el otro rojo, con pimentón.
En todas las zonas costeras podrás disfrutar de un buen pescado fresco, que se suele servir a la plancha, frito o al horno. Los más comunes son la sama, el cherne, la corvina o la vieja, pero también la morena, que se come frita y que es muy apreciada por su intenso sabor. Por lo general, se acompaña de papas y mojo.
Nada como una tapa de pulpo guisado o frito, o de lapas a la plancha con mojo por encima o una salsa de aceite de oliva, sal, perejil, ajo y vino blanco. ¡Toda una delicia!
El atún es otro de los pescados que más se consumen en la isla, que se come en adobo. Esto es, en un majado que se prepara con ajos, laurel, pimienta y pimentón, vinagre y otras especias. Así la carne obtiene una textura muy jugosa y un excelente sabor.
Lanzarote es una isla con tradición vinícola, y el sabor de sus vinos viene marcado por las características volcánicas de la tierra donde se plantan las uvas. Obtuvo la denominación de origen en 1993 y cuenta con distintas variedades, sendo la más característica la Malvasía volcánica, adaptada a las peculiares condiciones de la isla. Los viñedos de Lanzarote, especialmente los de La Geria, ofrecen un paisaje increíble, con las vides plantadas en hoyos excavados en el suelo y rodeados de muretes de piedra, cubiertos con la negrísima arena volcánica, el rofe. Solo con esta técnica es posible que las plantas retengan la humedad suficiente para crecer en una isla donde apenas llueve a lo largo del año.
Y qué mejor para acompañar un vino que un queso elaborado en la propia isla. Se preparan por lo general con leche cruda de cabra y de alto valor nutritivo, ya que se utiliza la técnica de la coagulación enzimática. La variedad de quesos es muy amplia, y podrás elegir entre queso fresco, curado, semicurado y tierno.